La vida tocaba los ritmos al que ellos bailaban
La mamá de Magnífico, además tenía un huerto y un pequeño invernadero atrás de la casa. Ahí cultivaba todo tipo de verduras y una gran variedad de especies y hierbas. Eventualmente, todo aquello iba a dar a la cocina de la casa, con su enorme estufa de leña, la cual, también calentaba la casa durante los fríos de los inviernos. Tal vez lo más hermoso del huerto eran la gran cantidad de flores, las que cultivaba por el solo gusto de verlas.
Por las mañanas salía al huerto y cortaba las verduras y las especies para ese día, así siempre los sabores de todos los alimentos eran de lo más fresco y sabroso. En realidad, era poco lo que compraban en el mercado, pues la finca, aunque pequeña, era casi auto-suficiente.
Le gustaba mucho ir a los grandes mercados de Pereira y de Manizales buscando semillas para sembrar nuevas maticas en el huerto o en el invernadero. Cuando no podía ir tan lejos, buscaba en los mercados más pequeños de Murillo y El Líbano, donde los comerciantes la conocían y siempre le tenían algo guardado para cuando les hiciera la visita.
En ocasiones cuando se juntaba el quehacer, venía algunas personas de las fincas cercanas, a ayudarles trabajando por el día.