Y el mejor regalo que recibí en esta vida fue mi niñez
A su escasa edad y por su poca experiencia, era por demás pedirle a la niña comprender que sus abuelos, no conocieron en su momento la infancia.
A diferencia de Dora y sus amigas, ellos habían nacido moldeados como adultos y crecieron como mayores o pequeños adultos desde niños. Podría considerarse que ellos crecieron como niños-viejos.
Serios y maduros desde niños, les costaba mucho trabajo convivir con la niñez genuina, en gran medida porque no la entendían.
Ese mundo mágico de la infancia consistía en un enigma inexplicable y ciertamente ilógico, un mundo tristemente desconocido para don Abundio y doña Katalina. Cuando ese momento de vida lo tuvieron a su alcance, lo permitieron correr y lo permitieron pasar desapercibido, buscando la seguridad de sus vidas dentro del mundo de los mayores y en la extrema rigidez de las convenciones sociales pre-establecidas.