Atónita, escuchó a su amiga que le narraba la muerte de la señorita Rosario.
Los osarios cementerio de la ciudad de Bucaramanga, Santander. Colombia
Ella era más que una maestra: en ocasiones era su consejera, con cariño siempre tratando de conducirlas por el camino del bien. La que las consentía, la que siempre estaba dispuesta a escucharlas, y la que les tendía la mano para rescatarlas cuando se metían en problemas.
La señorita Rosario dictaba el curso de ciencias sociales, en el grado octavo del colegio de Nuestra Señora de Fátima, donde Juanita y sus dos amigas ‒inseparables desde la infancia‒ estudiaban juntas, en el mismo grado y en la misma aula de clases.
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