Decidí no regresar a Bogotá en la medida de lo posible, cuando menos por un largo tiempo.
Sus calles me recordaban a Amelia. En la música de sus bares se proyectaba Amelia, cantando y gesticulando con esa gracia tan suya y como si fuera la intérprete. Los aromas de las calles me hacían pensar en esa exquisita fragancia que percibí cuando estábamos tan cercanos conversando esa noche.
¿Hace cuánto tiempo sucedió?
Demasiado, diría yo…
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