Fachada de la Rectoría Universidad Autónoma de México, México
Si tuviera que apostar mi plata entre La Muerte y El Tiempo, yo le apostaría todo mi dinero al segundo de ellos. Esto lo afirmo sin lugar a dudas.
Jamás me encontrado con algún muertico. No los he visto, pero sí me los imagino, a esos pobres difuntos rondando por ahí como ánimas perdidas. El Tiempo los sigue devorando; al fin y al cabo, tiene tiempo de sobra para ello. Los puedo visualizar con el correr de los años, cada vez más pálidos hasta terminar en casi transparentes, una sombra de lo que fueron.
¡Ni qué decir de sus recuerdos! Seguramente se los ha birlado El Tiempo; quien si tuviera madre, ni a ella misma la perdonaría.
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