Capítulo VIII De cuando se casan los hermanos mayores
Tratándose de familias numerosas, mi padre fue una semilla que no cayó lejos del árbol, o como decía el abuelo: de tal palo, tal astilla. Yo me llamo Francisca Díaz y soy la mayor de los cinco hombres y cinco mujeres, que mis padres trajeron a este mundo. Si diez hijos parecen una familia demasiado grande, mi padre era el mayor de diez y ocho hijos, cómodamente divididos en nueve mujeres y nueve hombres. Así que, de acuerdo a mi abuelo, mi padre no negaba su herencia.
Mi papá tenía sus propias ideas acerca del tamaño idóneo de una familia. Él opinaba:
—Si pudiera estar seguro de tener mellizos, le entraba de un solo para llegar a la docena. Podríamos tener una buena media docena de niños y otra de niñas, lo cual nos lleva a un total de una docena y una cantidad bien redondeada. Es como en las idas a Sutiapa para comprarle el pan al colombiano (me da media docena de bollos de sal y media de dulce por favor).
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