Capítulo XII De la costa atlántica y de sus piratas caribeños
De las múltiples aventuras que en última instancia describen nuestras vidas, al voltear hacia atrás, pareciera que algunas de ellas nos han conducido a éxitos sorprendentes, otras facilitaron el descubrir nuevos horizontes, tierras y lugares; pero tal vez, las más atesoradas y apreciadas de todas ellas, son aquellas que se compartieron con una persona extraordinaria, presente por un momento fugaz en nuestra vida, si tan solo de paso.
Todo comenzó un miércoles por la tarde cuando llegó de improviso el abuelo. Yo me encontraba ocupada terminando unos deberes de la escuela y confieso que con cierta urgencia, para alcanzar a entregarlos el lunes siguiente, a más tardar.
—¡Bicha!… ¡bicha!… —Escuché al abuelo gritar desde la sala principal.
—Te tengo una sorpresa. —Entró a la habitación, respirando profundo después de la caminata y con esa sonrisa misteriosa tan característica de sus inquietudes. Bien conocía yo esa sonrisa, la conocía demasiado bien: el preludio de alguna de sus incontables travesuras.
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Capítulos de En tierra de volcanes
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